Este es el último retrato que acabo de terminar, el de la madre de una simpatiquísima compañera, Pilar, quien me encargó este trabajo antes de las fiestas navideñas. Ahora tengo entre manos otro retrato, esta vez en blanco y negro, que subiré en su momento. Entre retrato y retrato he salido al campo a pintar algo del natural, un paisaje de Istán, que es el pueblo que tengo más a mano y donde aconsejo a cualquiera que pueda se pierda una tarde por sus alrededores, especialmente en la parte más escondida, a las espaldas de la única carretera de acceso. Es una delicia, en sus paisajes y en sus gentes. Conocí el sábado pasado a un anciano, propietario de una huerta que comencé a pintar, la mar de "apañao". Cuando volvía, resbalé subiendo y caí con estrépito: el caballete por un lado, el lienzo por otro, las pinturas....Una escena cómica como colofón a un día magnífico. Espero volver y terminar ese paisaje.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Vaya, Javier, espero que no te hayas hecho daño!
ResponderEliminarEl retrato es precioso.